
Ya entiendo lo que desde un principio no fue. Todas las señales, todas las advertencias en ese momento eran invisibles para mi. Quería ser ciega antes todos para solo mirarte a ti y mi corazón terco me siguió como abeja al panal. Este es el tiempo en que prometo no descontrolar mis sentimientos y tratar de saber manejarlos, pero lo más trágico de la historia es que no soy el Flautista de Hamelín.
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